La necesidad de proporcionar una numerosa documentación de los
monumentos, inscripciones y antiguüedades de todo tipo a los investigadores para poder desarrollar sus conocimientos sobre la lengua egipcia, la
historia o la religión, trajo consigo la
organización de varias expediciones
científicas patrocinadas por los Estados. La primera fue la de Napoleón,
que con su Comisión de Sabios y la
magna publicación Descripción de
Egipto, abrió el camino al desarrollo de
la egiptología.
En 1826 llegaba a Egipto una segunda expedición oficial patrocinada por Francia y el Gran Ducado de la Toscana. A su frente figuraban Jean François Champollion, quién entre 1822 y 1824 había logrado descifrar la escritura jeroglífica e Ippolito Rosellini, padre de la egiptologia italiana. Durante el viaje, que llevaría a la expedición hasta la segunda catarata, Champollion y Rosellini visitaron el 1 de febrero de 1829 el templo de Debod, donde pasaron varias horas tomando notas y copiando textos y relieves. Por primera vez, después de siglos de olvido las inscripciones jeroglíficas del templo eran nuevamente leídas. Champollión y Rosellini atribuyeron correctamente al rey nubio Atarramón (hoy leído Adijalamani) la construcción de la capilla de los relieves e identificaron a Amón de Debod como el dios al que el templo fue dedicado.
La última gran expedición fue la patrocinada por el rey de Prusia y dirigida por Karl Richard Lepsius, entre 1842 y 1849. Metódicamente preparada y con abundantes recursos, sirvió para obtener una inmensa y precisa información sobre los monumentos egipcios y sudaneses que aún hoy sigue siendo de enorme utilidad para los egiptólogos. La expedición prusiana se detuvo en dos ocasiones en el templo de Debod, la primera fue el 6 de noviembre de 1843, en su camino hacia Sudán, y la segunda el 30 de agosto de 1844, de regreso hacia el norte. Los trabajos de Lepsius en el templo fueron precisos y detallados, copiando los textos y relieves y corrigiendo algunos errores de Champollion
|