La construcción entre 1898 y 1902 de una presa en la primera catarata
para regular el caudal del Nilo tuvo como consecuencias el dramático
cambio en las formas de vida de las poblaciones de la Baja Nubia y la
desaparición bajo las aguas del embalse de sus templos y sitios arqueológicos.
A pesar de las protestas por la “muerte” del rico patrimonio nubio, el Servicio de Antigüedades egipcio reaccionó con gran lentitud. En 1901 fue enviado a Nubia Howard Carter, inspector jefe de antigüedades para el Alto Egipto, que realizó un breve informe del estado de seis templos nubios. El propio director general de antigüedades, Gastón Maspero, visitó la zona en 1904-5, examinando 16 templos, entre ellos el de Debod. En 1906, Arthur Weigall, que había sucedido a Carter como inspector jefe, fue encargado de realizar un informe sobre el estado de los monumentos y antigüedades nubias, como paso previo a su restauración.
En su informe, Weigall señalaba el estado ruinoso del templo de Debod, debido al sistemático expolio de sus piedras, y la necesaria e inmediata restauración de los elementos que aún quedaban en pie. La documentación gráfica que acompañaba su informe muestra el grave deterioro que el templo había sufrido desde el siglo anterior. El vestíbulo y buena parte del mammissi aparecían arruinados y perdidos, siendo imposible su reconstrucción, las fachadas norte y sur gravemente afectadas, y en general todo el edificio presentaba daños estructurales que amenazaban con su desplome. En el exterior, el Tercer Pilono, todavía visible en 1896, había desaparecido, restando al templo su característica imagen durante todo el siglo XIXArthur Weigall. |