Los templos de Abu Simbel, dedicados a Ramsés II y su esposa
Nefertari, son una de las maravillas de la arquitectura universal. Su
salvamento, junto con los santuarios de la isla de Filé, era una de
las tareas prioritarias a abordar. Sus grandes dimensiones, unidas a la complejidad técnica de su rescate, proporcionaron uno de los momentos más espectaculares de la Campaña Internacional.
Tras muchas deliberaciones, el proyecto elegido supuso cortar los dos templos y extraerlos del acantilado en el que estaban excavados, para ser reconstruidos 65 metros más arriba. Las obras dieron comienzo en abril de 1964 y se prolongaron hasta 1968. Los templos fueron cortados en 1.042 bloques, algunos de hasta 20 toneladas de peso. Fueron reconstruidos después como parte integrante de dos gigantescas cúpulas de hormigón, que recreaban la montaña original de la que habían sido extraídos. Con su inauguración se alcanzaba la primera gran victoria en Nubia, pero aun quedaba un último reto: Filé. Conocida como la perla del Nilo, la pequeña isla de Filé, con sus santuarios grecorromanos y su exuberante vegetación en medio del paisaje granítico de la Catarata, fue uno de los principales iconos egipcios para viajeros y artistas europeos del siglo XIX. Tras la construcción en 1902 de la antigua presa de Asuán y sus sucesivas elevaciones, la isla y sus templos quedaron sumergidos parcialmente bajo las aguas del lago. La construcción de una nueva presa convirtió su salvamento, junto con el de Abu Simbel, en un asunto prioritario
La solución adoptada fue desmontar y trasladar sus restos a la isla de Agilkia, situada a 400 metros al noroeste de Filé. Los trabajos de salvamento se iniciaron en 1972, con el desmontaje y la documentación de sus monumentos. Mientras, Agilkia era modificada para asemejar su forma a Filé. Con la inauguración del conjunto en 1980 se daba por terminada la Campaña de Nubia. |