En 1960 España había empezado a superar el periodo de aislamiento
internacional iniciado tras la Guerra Civil. La Campaña de salvamento de
Nubia parecía un buen pretexto para afianzar esa nueva etapa en un
aspecto, la solidaridad cultural, y un ámbito geográfico, el mundo árabe,
en donde el gobierno podía sentirse cómodo. Así, pese a no contar con
tradición egiptológica alguna, nuestro país fue de los mayores contribuyentes internacionales, con 325.000 dólares para salvar Abu Simbel
y 200.000 para Filé, además de participar activamente en las actua
ciones arqueológicas.
La misión arqueológica española en Nubia estuvo formada por un grupo de prestigiosos arqueólogos, dirigidos por Martín Almagro Basch, director del Museo Arqueológico Nacional. Entre 1960 y 1965 los españoles excavaron varios yacimientos a ambos lados de la frontera entre Egipto y Sudán. El primer yacimiento otorgado fue la fortaleza bizantina de Cheik Daud, 200 kilómetros al sur de Asuán. En 1962 la Misión Española obtendría una nueva concesión en Masmás, al sur de Aniba, donde permanecería hasta 1964 excavando varias necrópolis y documentando los graffitis e inscripciones rupestres de la zona. En 1963 se le concedió el estudio y documentación de todos los grabados e inscripciones rupestres entre Korosko e Ibrim. En Sudán, entre 1961 y 1964 España obtuvo una concesión para excavar varias necrópolis en el área de Argín, cercana a la 2a Catarata del Nilo. Zona en la que también excavarían las islas de Qasr Iko y Abkanarti.
El trabajo de la Misión fue el arranque de la investigación egiptológica en nuestro país que tuvo continuidad con la concesión de la primera misión arqueológica estable en Heracleópolis Magna. La colaboración española obtuvo además una recompensa excepcional: en 1968 Egipto hacía donación a España del templo de Debod. |